Nuevo capÃtulo de los NERP para disfrute general
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MISIÓN CERLER (12-13/ 04 / 2004)
DIA 1
Tras arduas investigaciones y tras desechar cienes de posibilidades (Pedraforca, Carlit, Almanzor?) los NERP decidimos realizar la arriesgada a la par que turgente ascensión al Maladeta Oriental (3.308 m).
Extensos informes llegaron a la base NERP, sita en Valencia, desde la que preparamos y realizamos todas las gestiones administrativas. El escaso tiempo disponible debido a motivos académicos, redujo la misión a unas miscibles 38 horas distribuidas desde las 7 de la mañana del Lunes 12 hasta las 21:00 del Martes 13 de abril. Conscientes del alto riesgo de la misión, convocamos a un nutritivo grupo de expertos a fin de saldar con éxito el reto acometido.
El dÃa en cuestión, a las 7 de la mañana, los dos coches oficiales NERP partieron rumbo a Benasque. El equipo lo formaban los habituales Duque y Ramellow y los colaboradores oficiales NERP: Lapo Mc fly, EnDer y MÃkel.
Tras un viaje un tanto accidentado, repostando en la gasolinera de Buenafuente en Reus, arribamos a Benasque a las 12:55 donde el tiempo inestable alternaba con un agradable solete aunque no suficiente para calentar debido a los escasos 3 ºC térmicos. Raquetas varias alquiladas fueron.
Totalmente aclimatados nos encaminamos a Llanos del Hospital. Un tiempo infernal nos recibió. Flocaba sin cesar. Nuestros mercurios descendieron rápidamente a unos atérmicos -3 ºC que desaconsejaban toda práctica alpina. Al abrigo de un cutre-porche muy expuesto y bajo la atenta mirada de unos sorprendidos a la par que capullos comensales, nuestros propios mocadillos fueron implementados. La excepción: el gran pote de maccas de Lapo.
Aún a riesgo de ser expulsados, se convocó una reunión turgente en el interior de lo que es el edificio, a fin de decidir el futuro de la misión. En una voz conjunta mediática, se adoptó la decisión crÃtica de la retirada. La sombra del fracaso planeó de nuevo por el grupo, recordando misión Moncayo. Meses de trabajo y esfuerso no servÃan ahora para nada.
Entre sollozos retornamos a Benasque, ante la necesidad de improvisar una ruta y un sitio donde dormir. Tras la visita a varios baserris del pueblo acabamos en Barrabes, parlamentando con un guÃa de montaña que nos informó de las posibilidades de la cara sur. Nuevos horizontes se abrÃan ante nosotros (Turbón, ChÃa, Castanesa?). Tras desechar ChÃa por avalanchas y Turbón por lejanÃa, el Castanesa se abrÃa paso en nuestras mentes. Sin perder más tiempo subimos a las soleadas pistas de Cerler (Ampriú) para echar un primer vistazo. Efectivamente, el Castanesa hacÃa honor a su nombre, siendo una castaña de monte con palas muy poco técnicas a la vez que poco paketonadas debido a la sublimación de sus nieves.
En eso, descubrimos ante nosotros, una arista muy delfinida, muy cargada y con grandes cornisas, radikal pero asequible, que acababa en una pala S4 sostenida y expuesta. La baba decaÃa ante la posibilidad de desvirgar esta nueva vÃa. Una expedición de reconocimiento partió a última hora de la tarde confirmando las posibilidades de éxito.
Con la ruta del dÃa siguiente decidida, faltaba algo importante, encontrar un sitio donde dormir. Descubrimos un pequeño refugio con estética montañera a escasos 100 metros del coche, pero guarro como ninguno, incluso con la presencia de algún que otro condoncillo. Finalmente decidimos pernoctar en el Hotel-Porche de la cafeterÃa del Ampriu, calificado con 4 Nerp-estrellas. DisponÃamos de un techo, tres paredes, mesas, sillas, teléfono, máquinas de bebidas e incluso de colchonetos para dormir, todo ello por gentileza de Aramón, montañas de Aragón.
La apretada agenda de la misión nos permitió disfrutar de una hora d?esplai. La actividad elegida fue el descenso de pistas a bordo de nuestros amables colchonetos. Por todos serán recordados estos momentos de camardarderÃa.
DIA 2
El despertador NERP sonó a las 7 en punto, cinco minutos antes de la llegada del personal de la estación, el cual nos brindó un cordial saludo. Debidamente alimentados y equipados y tras recoger el desparrame acaecido en nuestro Hotel-Porche, el comando afrontaba el dÃa grande de la misión.
EnDer carecÃa de crampones y piolet, por lo que optó por unas inútiles raquetas dada la vÃa que Ãbamos a trazar, aún a riesgo de su propia vida.
Progresamos por la evidente arista hasta la máxima altura alcanzada el dÃa anterior. Hacia el norte seguÃa decayendo flux y en ocasiones flocaba sobre nuestras maltrechas cabezas.
Tal y como habÃamos observado desde el aparcamiento de Ampriu, la arista daba paso a una pala sostenida de unos 45º donde el Falcon y el Nepal trabajaron considerablemente. Duque, Lapo y Ramellow abrÃan huella mientras MÃkel hacÃase cargo de EnDer, que se implementó sus propias raquetas en los brazos y ascendÃa falto de técnica y moral.
Ya en altas cotas (2.600 m), el retorno era imposible, es más, no podÃamos volver. La necesidad de buscar una vÃa de escape se acrecentó con el tiempo de forma exponencial. Las palas de nuestra izquierda presentaban placas avalanchosas totalmente desaconsejables. La única opción posible era volver por el valle que intuÃamos a nuestra derecha. Para ello, debÃamos descender una barrera rocosa por dos pasos evidentes. El primero de ellos, y más cercano, tratábase de un canal de unos 45º, un tanto estrecho y bastante helado. El primer vistazo del paso hizo que EnDer desistiera en el intento, a pesar de los escalones tallados a golpe de Falcon. Obviando todo sentimiento de cordada, Duque , MÃkel y Ramellow procedieron a descender a tutti plen y sin mirar atrás. Arropado por Lapo, EnDer daba sus primeros pasitos por la segunda canal, que presentaba una inclinación parecida pero con abundante paketón, desvirgado por un temerario esquiador.
Reunidos de nuevo a los pies del muro rocoso y siendo que eran tempranas horas (11:00 h) decidimos buscar riesgos aún más extremos. MÃkel practicaba su técnica de autodetención con piolet y Lapo y EnDer descansaban al calorcito del solete que comenzaba a relucir en lontananza. Mientras, Duque y Ramellow optaron por ascender palas técnicas.
Matado todo gusanillo decidimos retornar a los coches. Aprofitando las suaves pendientes, EnDer nos deleitó con una depurada técnica de telemarkero con raquetas, sólo oscurecida por una lamentable caÃda ante los ojos de cienes de atónitos esquiadores.
Tras una extensa comida y con los coches cargados, procedÃamos a percolarnos de tan amada cordillera. Un último reto nos esperaba. Cuando EnDer, ahora transformado en Báquer Beret , decidió arrancar su coche, éste, lejos de obedecer, no le obedeció, y nos dejó tirados cual alcaparra desdichada. Se convocó a todos y cada uno de los miembros NERP para empujar el coche. En el segundo intento la arrancada fue un éxito y nos permitió emprender el retorno a casa.
Las 38 horas de misión concluÃan con un sabor agridulce, conscientes del fracaso en Misión Maladeta pero satisfechos por nuestra capacidad de improvisar nuevas rutas en condiciones extremas.